domingo, 17 de febrero de 2013

El psiquiatrico de Caperucita

Palanca y Escombros

  Era casi medio día y al fin pudimos juntarnos con nuestros compañeros y promotores de esta quedada, David Galvache, Algaca y Jesus, que nos estaban esperando bajo la atenta mirada del demacrado santo que custodiaba la fachada principal del psiquiátrico.
El lugar inspiraba cierta sensación de tristeza y respeto, tal vez por su sombría apariencia o quizás por que entre estos muros existieron cientos de historias realmente tristes, ya que este lugar construido orginalmente como un convento fue durante años un orfanato y finalmente un hospital psiquiátrico.
Los alrededores estaban desiertos pero justo cuando íbamos a entrar comenzó a llegar gente, aunque finalmente no fue problema, por que encontramos un buen acceso cruzando entre la maleza por la parte trasera.




















Entrando por una ventana lo primero que encontramos es una pequeña biblioteca, que no había sido tratada muy bien. El suelo estaba cubierto de libros de todo tipo, desde literatura infantil hasta tratados de medicina. Las habitaciones cercanas también estaban patas arriba, una de ellas parecía una oficina o archivo donde también encontramos las llaves de todo el edificio, algo muy practico para movernos libremente.


Sabíamos que el edificio podía haber sido vaciado de mobiliario y camas hacia poco, pero no pensábamos que los vándalos hubieran hecho demasiadas visitas. Observando el patio del claustro lleno de basura y trozos de los muebles confirmamos nuestras sospechas.
 Al menos se conservaban las fuentes y algunas figuras de frailes que decoraban las paredes.








A parte de la cocina, la sala de calderas y alguna sala común lo mas interesante que encontramos fue una pequeño almacén lleno de expedientes de enfermos y radiografías, debía de haber cientos y estaban paliados en el suelo.









Rebuscando entre los pocos muebles que quedaban pudimos encontrar algunos objetos curiosos, vestigio de las actividades que se llevaban a cabo en el lugar.





Revisando las plantas altas encontramos las habitaciones y un par de salas comunes, alguna de ellas decoradas con murales con motivos de cuentos infantiles. Las escaleras y el comedor también estaban llenas de estas pinturas. La mas elaborada posiblemente fuera una del cuento Caperucita roja.






Aunque el lugar era enorme no quedaba mucho que ver pero disfrutamos bastante de esta visita sin complicaciones y aunque en mi caso no use mucho la cámara si que pude permitirme recorrer todo el edificio con toda tranquilidad junto a Yass.


Después de esta visita y de comer algo, acompañamos a nuestros compañeros de Salamanca a visitar la fabrica de corcho que aun no la habían visto. El día, a parte del madrugón no ha sido excesivamente duro así que nos tomamos la noche con muy "buena actitud", ¿verdad?. A la mañana siguiente vamos a la que sera una de las mejores exploraciones que hicimos este año pasado.