martes, 13 de noviembre de 2012

Aqua blues



Desde que empecé a frecuentar foros de lugares abandonados siempre tuve cierta fijación por visitar un día uno de esos parques acuáticos olvidados, donde contrastaban la sensación de diversión que despiertan este tipo de complejos de ocio con la decadencia y la tristeza propia de los lugares que llevan años cerrados sin recibir mas que visitas de curiosos como nosotros...
Debo decir que la primera de esas sensaciones la encontré nada mas hacer la primera foto, pero la segunda realmente no, tal vez por que era un día soleado o tal vez por que en todo el complejo a parte de la maleza no había nada roto, no existía ningún tipo de pintada o vandalismo y prácticamente el lugar no tenia signos del maltrato del tiempo o de incursores de dudosas intenciones. A pesar de todo la visita me fascinó.



Comparándolo con el reportaje de la anterior localización en esta web, se puede decir que esta está impoluta, cosa extraña ya que el acceso es insultantemente fácil, como pude comprobar junto a Lupin, compañero de algunas de estas excursiones cámara en mano. Recuerdo que en mi primera tentativa tuve que desistir por culpa del vigilante de una empresa cercana y de un par de abuelos que se paseaban demasiado cerca de la entrada.



El complejo no era demasiado grande como los que existen hoy día, pero si que dio para un buen rato de exploración.
Encontramos tres piscinas, una de ellas gigantesca, con unos veinte metros de largo y su propio tobogán en espiral donde rezaba que tenia aforo para 450 personas. Mas escondida entre la maleza había otra, supongo que para los mas pequeños, además de una muy curiosa llena de chorros, barandillas asientos y recovecos, parecido a un hidromasaje pero para 80 personas.
No podían faltar por su puesto los típicos toboganes que me traían a la cabeza ese recuerdo de hacer cola mucho tiempo para luego bajar en cuestión de segundos y vuelta a repetir, aunque esta vez el parque era tristemente para nosotros solos.


Realmente daban ganas de lanzarse por alguno de esos toboganes gritando alguna frase estúpida, pero servidor ya es mayorcito para esas cosas y además la fibra de vidrio que brillaba en algunas partes desconchadas daba a entender que podía ser una experiencia bastante dolorosa...




De no ser por Lupin y posteriormente por los carteles con los que nos topamos no me habría percatado de la existencia de un mini golf en una de las zonas de ocio del complejo. Aunque no parecía gran cosa de nuevo una voz infantil en mi cabeza me instaba a buscar un palo y algo esférico e intentar algunos hoyos...




Seguimos adelante y nos topamos con lo que presumo fueron unos campos de voley playa y otras actividades deportivas.
Encontramos también, por denominarlo de alguna manera unos almacenes. En uno de ellos estaban el masajista y el botiquín, en los otros encontramos decenas de neumáticos e incluso pupitres escolares.
Cerca de aquí además una terraza de verano y un bar con barra exterior, este ultimo bien cerrado.
Los lavabos pese a estar abiertos no presentaban ningún destrozo ni se les había substraído nada, de hecho aun tenían papel higiénico, no es que sea un dato emocionante pero a los que conocemos como se deterioran estos lugares nos da una pista de su conservación.




Una especie de sombrilla gigantesca raída por el sol fue en tiempos mejores un karaoke, ahora alguien la ha usado para apilar leña debajo y el único sonido que se oye es el del crujido de las hojas secas bajo nuestros pasos.















En uno de los rincones del parque existió alguna vez un mini zoo, del cual no identificamos demasiado. Cerca de allí había una cafetería y unos merenderos con mesas de ladrillo y rodeadas de maleza. También encontramos los restos de un parque infantil cuyo mayor encanto sin duda eran unas camas elásticas bastante maltratadas por permanecer al aire libre. Esta vez el pequeño gamberro que llevo dentro de nuevo se abstuvo de hacer estupideces al ver los hierros puntiagudos y los muelles oxidados.







Cuando haces urbex junto a la gentuza de maquinas y escombros el protocolo dicta examinar sótanos, salas de calderas y cualquier cosa que aun conserve maquinaria y aquí no fue una excepción, aunque no encontramos gran cosa si que fue un poco curioso y a veces abrumador recorrer los entresijos del lugar.
En este caso nos dimos un paseo bajo la sombra de los muros de ladrillo sin revocar que sujetan los toboganes, toda una experiencia.















Y hasta aquí nuestra visita a este parque acuático, esperemos que se conserve así muchísimo tiempo. No me olvido de agradecer al compañero Lupin el haber cogido un tren y acompañarme durante toda la mañana.


sábado, 10 de noviembre de 2012

Graffiti Hotel


A veces cuando visitamos un abandono, este se encuentra en tan mal estado que casi no vale la pena fotografiarlo. En nuestro caso no hacemos ascos a nada y siempre encontramos ese matiz que nos da la excusa para detenernos un rato a explorar y gastar unos minutos.




Este hotel de tres plantas en Portugal es un ejemplo de saqueo masivo, ya que no tenia ni si quiera las baldosas del suelo en la mayor parte de las estancias, por no hablar de puertas y ventanas, ademas de los destrozos por parte de las personas mas que por el paso del tiempo.







Pese a todo lo que podamos decir de los grafittis en los abandonos que hemos visitado, creo que aquí era lo único que aportaba algo de color y alegría al lugar, diáfano y vacío de cualquier elemento que hiciera recordar que esto fue un hotel.




Recuerdo que nuestro compañero David Galvache me recomendó medio centenar de lugares mejores que este por la zona, pero este viaje no era para visitar abandonos y tan solo hicimos una parada aqui por que nos pillaba de paso.








No hay mucho mas que añadir sobre esta localización, salvo que se encontraba entre un pequeño bosque de pinos que le daba un toque aun mas triste a medida que nos acercábamos. Recuerdo también que allí encontramos a tres niñas haciéndose fotos con el móvil en las habitaciones del hotel.