viernes, 12 de octubre de 2012

Chateau Noisy

Una ruina llena de colores.

   Si haces urbex por la zona belga y no pasas por Chateau Noisy, estarás dejando de lado un clásico imprescindible, o por decirlo de otra manera un lugar de peregrinación para los aficionados a la exploración urbana europea. ¿Estamos exagerando? Tal vez, pero nos sentimos orgullosos de haber sido uno mas de tantos otros que han llegado a contemplar el interior de este castillo tan lleno de historia y de acceso cada vez mas difícil.











 A pesar del orgullo de haber estado aquí tengo que reconocer que la incursión fue de las peor improvisadas y llevadas a cabo desde que nos dedicamos a esto, aunque también fue de lo mas afortunada.
Para empezar Noisy esta ubicado en lo alto de un pequeño monte rodeado de arboles que impiden encontrar el lugar desde fuera de la finca donde se encuentra. Como las personas que cuidan la finca deben estar mas que hartas de curiosos que intentan entrar, encontramos muchos carteles que advertían que esa era una zona privada donde podía encontrarse gente cazando y que básicamente podrías llevarte un tiro por accidente, (que simpáticos) con la intención de amedrentar a las personas mas sensatas.




Tras varias vueltas dimos por sentado que un sendero que subía desde una carretera cercana era el modo mas seguro de intentar el acceso. Aparcamos los coches lo mas lejos posible y nos pusimos en marcha.
La valla no supuso problema y mientras ascendíamos por el camino sin querer nos separamos. Intentando seguir a nuestros compañeros nos perdimos por la finca y acabamos en ocasiones moviéndonos por campo abierto dejándonos expuestos, aunque no paso nada... Finalmente y tras varios intentos de comunicación fallidos vía móvil nos escondimos entre unos arboles desde donde Iago consiguió ver la torre del edificio, allí nos acercamos con cuidado y al final encontramos al resto del grupo que ya estaba dentro.



Era la ultima hora de luz del día y el castillo estaba casi en penumbra, aunque en algunas zonas la iluminación anaranjada del atardecer daba una impresionante combinación de color casi fantástica, contrastando con el estado ruinoso del lugar.





Por otra parte la sensación era bastante tétrica al recorrer sus pasillos y habitaciones. Algunos carecían de suelo y otros se encontraban en tan mal estado que invitaban a darse la vuelta y buscar otra ruta, aunque de poco sirve. Desde su abandono hace mas de veinte años a causa de un incendio el castillo ha sufrido una rápida degradación dejando inaccesible gran parte de este.










Construido en 1866 para una familia de nobles franceses que huían de la revolución y que se escondieron en la la finca donde hoy esta el castillo haciéndose pasar por granjeros.
Fue también durante un breve periodo de tiempo cuartel de operaciones nazi en la segunda guerra mundial, lugar de vacaciones para los hijos de los ferroviarios belgas en 1958, residencia deportiva hacia 1971 y finalmente orfanato hasta 1990, donde tras un incendio quedó abandonado al año siguiente al no resultarle rentable a la familia su mantenimiento para ser alquilado.
El municipio donde se encuentra se ha ofrecido en varias ocasiones a hacerse cargo del lugar, aunque la familia nunca ha querido venderlo.
Este es el pasado de Noisy en rasgos generales, por no hablar de vándalos, expoliadores y curiosos de dudosas intenciones.




Me arranco una sonrisa el encontrar en un viejo trozo de pizarra escrito con tiza la huella de algunos amigos que habían pasado por allí anteriormente, en especial el recuerdo de nuestro amigo Alex "siempre con nosotros".




 El exterior del edificio, pese a los años sigue resultando impresionante ya que apenas presenta deterioro.
Paseando por lo que fueron unos preciosos jardines antaño aun se podía distinguir donde se ubicaba una gran fuente que había en la parte trasera del lugar, así como vestigios de lo que fueron las instalaciones deportivas.
Según he leido el castillo Miranda, (es su nombre verdadero) cuenta con cerca de 550 ventanas y la torre central del reloj tiene 56 metros de altura.
Pese a todo, su apariencia exterior es tan solo un cascaron que alberga una ruina de lo que fue cerca de siglo y medio de esplendor e historia que se esta reduciendo a escombros rápidamente.




La única escalera por la que aun se podía acceder a las partes altas del edificio parecía bastante solida hasta el ultimo tramo. Al menos nos permitió ampliar un poco la exploración del lugar. Otra opción eran las escaleras de incendios, que implicaban también cierto riesgo que no valía demasiado la pena ya que se nos hizo de noche y estábamos a punto de largarnos.



Bajo el punto de vista fotográfico aun quedan muchos detalles arquitectónicos con los que deleitarnos, aunque es inevitable caer en las típicas fotos de columnas y techos ya que son los pocos vestigios que aun quedan del lujo que alguna vez albergo este lugar.


Permitiéndome ser un poco insensato crucé algunas de las zonas derrumbadas simplemente por mera curiosidad, curiosidad que no se vio demasiado satisfecha al no encontrar mas que escombros, techos hundidos y salas inaccesibles.





















Hasta aquí nuestra visita y también nuestro viaje por tierras europeas al menos en cuanto a exploración urbana se refiere. Ahora queda descansar y tomar unas cervezas en Bruselas antes de preparar la vuelta a casa.
Echadle un vistazo a las fotos de nuestro compañero Klovis en este lugar, especialmente a la toma de Iago desde arriba de la torre del reloj.

Un fuerte abrazo a todos los que hicieron posible este ocho de ocho: Nablacer, Sevillaphoto, Adolfo, Gus, Iago y Chenko.