viernes, 30 de octubre de 2015

Discoteca medieval.


   Nunca se pasa de un abandono, es uno de nuestros principios. Pero sinceramente las discotecas en cuanto a exploración jamas me han gustado. Por lo general suelen estar casi siempre muy destrozadas y la sensación de este tipo de lugares me parece totalmente artificial lo cual anula el encanto y el entusiasmo de hacer la visita. Este lugar no es muy diferente a lo que acabo de describir, el único aliciente es el toque de la ambientación medieval que decora la discoteca, aunque no es para tanto, pero como he dicho nunca se pasa de un abandono.


   Y os preguntareis ¿Entonces... si no os gustan este tipo de lugares, para que ir hasta Italia a visitar uno de ellos? La respuesta es sencilla, nos equivocamos. Lo que realmente buscábamos era una especie de club nocturno que tenia una sala toda de color rojo totalmente decadente e increíble, pero uno de nuestros contactos al preguntarle nos confirmo que era este lugar. Nada mas lejos. Por suerte estaba cerca y nos pillaba mas o menos de camino, así que ya que estamos aquí vamos a dar una vuelta.




   Nos basta poco mas de una hora para visitar el lugar y confirmar que: A) esta muy destrozado y B) no se parece en nada a lo que buscábamos. Recorremos la pista, las barras, taquillas y los reservados observando los detalles y la curiosa decoración a veces un tanto cutre y otras mas elaborada.






   Accediendo por una ventana redonda desde una de las barras del exterior Chenko consigue acceder a la "torre del castillo" pero solo para confirmar que no hay nada y que incluso las paredes del interior son de obra.




   El exterior es sin duda lo mejor, tiene varias zonas de ambiente con sus carpas y escenarios, lo que queda de un descuidado jardín y lo que mas llama la atención es un estanque que hace las veces de foso franqueando la entrada y que solo se puede cruzar por un puente de madera, detalle que nos gusto mucho.





   Con todo el lugar recorrido y con la única sorpresa de encontrar una granja de abejas en el exterior del recinto nos damos el ultimo paseo, esta vez observando algunos detalles como este fresco pintado en el interior, en el cual nos atrevimos a afirmar que el tipo de la cara rara del centro de la foto era el dueño de la discoteca. (O no, jejeje) Mientras el compadre Sevilla aprovecha los últimos minutos para hacer uno de sus "experimentos fotográficos".




   Dejamos el lugar arrastrándonos bajo una de las puertas de entrada, como ya he dicho no nos ha entusiasmado demasiado y nos ponemos en marcha esperando que la cosa mejore en este día, y asi será.