sábado, 24 de septiembre de 2016

Quinta do marqués Evaristo


   A estas alturas encontrar uno de esos lugares increíbles donde el tiempo se ha detenido y ademas, ser los primeros en entrar después de decenas de años cerrado es algo complicado, pero no imposible. La mansión que os muestro en las fotos es la excepción que confirma la regla. Perdida entre pinares y viñedos, con enormes muros, puertas y ventanas bloqueadas desde dentro, la convierte en uno de esos abandonos inexpugnables que nos quedaríamos mirando desde fuera, mientras imaginamos que hay en su interior.


   Aunque parece que las palomas y golondrinas que oímos revolotear dentro si que conocen un acceso, quizás un agujero en el tejado o tal vez una ventana a gran altura. Ahí esta la clave, a mas de tres metros de alto, en el segundo piso, una ventana cerrada pero sin cristales, por la que que ni yo ni (casi) nadie que conozca cabría, por no mencionar que tras la ventana hay una reja aun mas estrecha.


   Ahí es donde David entra en juego. Es casi la una de la madrugada y conseguimos alzarle hasta alcanzar la susodicha ventana, no sin esfuerzo pasa con cuidado los marcos que aun contienen cristales rotos. Entre la hoja fija sin cristales y la reja apenas hay treinta centímetros y después de muchas maniobras donde pensábamos que se había atascado, mete el cuerpo entre los barrotes oxidados de la segunda reja y consigue descolgarse al oscuro interior de la vivienda. Increíble.

Foto de Alberto G

Foto de Alberto G


   Ahora solo queda esperar. No se ha llevado teléfono pero en el silencio de la noche podemos oír sus pasos dentro de la vivienda y seguirlos hasta que se detienen. Escuchamos un ruido de maderas y finalmente una ventana de la planta baja se abre de par en par dejando a la vista a un David, cubierto de polvo y telarañas que nos sonríe diciendo -Es lo mejor que he visto en mucho tiempo por aquí.  Decidimos volver a cerrar e irnos a dormir pues hemos quedado al día siguiente con unos compañeros. No será hasta el domingo y de día que entremos a explorar el que sin duda es uno de los mejores hallazgos de los últimos años.



   Mi escepticismo y yo somos muy de "hasta que no lo vea con mis ojos no lo creeré." Mi escepticismo tarda dos minutos en desaparecer al pasar por la ventana y ver los salones. Esta todo intacto, tal y como se quedo el día que lo cerraron, tan solo los trozos del ruinoso techo manchan la escena. Para mayor incredibilidad nos percatamos de que la villa no contaba con luz eléctrica, hasta donde podemos ver todas las lamparas son de velas o de aceite, lugares como este se cuentan con los dedos de una mano.


   Dejo la cámara tirada por el suelo y con la linterna cruzo los salones principales,  no puedo dejar de alucinar a cada paso con los increíbles muebles propios de un anticuario, los elegantes sillones tapizados y el recurrente piano, claro. Hasta que llego al comedor donde un enorme reloj de pared atrae mi atención, atención que dura poco al ver sobre uno de los muebles un visor estereoscópico con una considerable colección de fotos. Me parece demasiado que todo esto este aquí y no haya sido sencillamente saqueado. La sensación de frenetismo en mi es lejanamente familiar, a veces cuando encontramos lugares así no termino de centrarme en explorar o hacer fotos, se me escapan muchos detalles y luego tengo la sensación de no haber disfrutado la experiencia como se debiera.Tengo que sentarme, fumarme un cigarro y tomármelo con calma.





   La fotografía ahora es algo secundario. Hacer tomas concretas y detalladas con exposiciones largas me tendría atrapado aquí dentro el día entero, y como soy un poco zote prefiero explorar el lugar a fondo y opto por montar el angular y pintar con la linterna, las fotos que no salgan del todo bien las arreglare en casa.



   Tras los salones y el comedor empiezo a recorrer esta laberíntica vivienda donde a los pocos pasos ya tengo varios caminos a seguir. Opto por una pequeña habitación con una elegante alacena y extrañamente, una lampara de araña que cuelga casi a ras del suelo. Una puerta comunica con un desván. Aquí hay de todo tipo de objetos, desde tronas para bebes de madera y mimbre hasta una repisa con pequeños frascos llenos de químicos o tal vez pigmentos para pintura.




   Muy cerca de aquí encuentro otro salón pero no tardo en darme cuenta de que se trata de un vestidor enorme con sus cómodas y un precioso biombo con un gran espejo, elementos que de nuevo jamas he visto en un abandono.





Los dormitorios principales se encuentran alrededor de esta gran sala y también impresionan con su mezcla de lujo de antaño y decadencia. Se trata de tres habitaciones principales muy espaciosas pero con aspecto individual, supongo que ¿para uno de esos matrimonios que dormía en camas separadas?
   Llaman la atención los cabeceros de madera tallada y tapizados con tela muy parecidos a los que vimos en la anterior publicación. El mobiliario es de madera maciza y mármol y junto a la cama de una de las salas hay un precioso espejo de madera y detalles en dorado a juego con el cabecero. Visitando esta zona de la mansión da que pensar que el lugar fue cerrado hace varias décadas y que nadie lo ha vuelto a usar pues no existe ningún elemento en absoluto de este siglo.




   Continuo la exploración de esta planta por un pasillo cuyo suelo causa desconfianza. Cuenta con una librería a uno de los lados repleta de libros muy antiguos que apenas reviso por no quedarme parado en esa zona. A la derecha un baño completamente equipado para lo que seria la época, pero lo mejor sin duda es la ducha que cuenta con un calentador de carbón o gas supongo, de nuevo un elemento que jamas había visto antes y quedan muchos mas por encontrar.




   Una gran sala con tres puertas mas me invita a seguir avanzando y recorrer mas pasillos  que comunican con habitaciones mas modestas y algún trastero. Pero antes hago un alto para cotillear las estanterías y baúles que encuentro aquí, la única parte de la mansión donde si que parece que alguien hubiera estado fisgoneando cajones y armarios sin llegar a saquear aparentemente nada.




   De repente llego a otro vestidor, este mas pequeño pero también completamente equipado, para mi sorpresa la habitación contigua es otro gran dormitorio, sin duda el mas lujoso y de aspecto mas importante que los anteriores.De nuevo es la cama lo que mas llama la atención, esta con dosel de madera. Me replanteo mi teoría del matrimonio que dormía en camas separadas, aunque ahora mismo me preocupa mas el estado del techo y el suelo de la zona por la que he entrado que se cae a pedazos.





   La cocina aparece mientras recorro otro gran pasillo, tengo la sensación de estar regresando a donde empece el recorrido pero no estoy muy seguro. El suelo de la cocina esta completamente húmedo y podrido en varias zonas, después de tantas como esta que ya hemos encontrado en mejor estado tan solo hago un foto desde la puerta.








   Por fin me he ubicado y he encontrado a mis compañeros pero antes de reunirme con ellos sigo explorando algunas salas mas. Al menos tres de las mas grandes están cerradas con llave. En un recoveco del pasillo descubro una curiosa habitación en la que encontré la campana de la capilla y una puerta que al abrirla, tan solo encontré un muro de roca. Es como si parte de la vivienda se hubiese edificado sobre una construcción mas antigua o tal vez se trate de una ampliación.
   Las habitaciones cerradas tienen ventanas que dan al interior y desde las cuales asomándose no muestran nada interesante o al menos eso parece, aunque yo me quede con la duda.
   Cuando creo que he revisado toda la vivienda y me dispongo a hacer alguna foto de detalles mis compañeros me recuerdan que aun no he bajado al sótano ni he visitado la capilla : D




   El sótano o mas bien la planta baja esta completamente a oscuras. Todas las ventanas salvo por la que hemos entrado están bien sujetas con puntales de madera. A parte de la típica bodega y varias salas llenas de muebles y sobre todo sillas no tiene nada de mas interés. Es al cruzar estas salas donde encuentro otra parte de la vivienda, mas modesta y con algunas puertas cerradas mas. No me importa demasiado por que he llegado a donde quería. La capilla.



   Enorme sin duda, pero a la vez con cierto aire de sencillez. El retablo esta completo y de nuevo la iluminación como he dicho antes, es con una lampara de velas que cuelga de una polea. La guinda de la visita la encuentro bajo una manta polvorienta y se trata de un órgano de fuelle ubicado en uno de los palcos de madera que no se encuentra en muy buen estado precisamente.




  Tras varias horas creo que he tenido suficiente. Mientras que mis amigos terminan de recorrer el lugar y hacer fotos yo les espero en el coche tomándome un café. La cantidad de sensaciones vividas hoy se van asentando en mi memoria poco a poco. Lo mejor del urbex es que nunca dejas de sorprenderte y emocionarte y visitar un lugar como este incita a seguir buscando esas sensaciones. Sin duda es lo mejor que hemos encontrado nunca. Ahora solo queda volver a cerrar la ventana desde dentro, ayudar a David a bajar desde el segundo piso y poner rumbo a casa que aun nos queda un buen camino por delante.