jueves, 17 de abril de 2014

Singer & Kelvinator

   Empieza la Semana Santa y un servidor se queda en casa, y no por gusto, pero el trabajo y las guardias son así. Lo que mas me duele es saber que desde bien temprano hoy mis compañeros se han puesto en camino una vez mas para visitar algunos buenos lugares abandonados del país vecino, esta vez sin nosotros. No importa, otra vez será y ademas me quedan los buenos recuerdos de viajes anteriores y lugares visitados junto a mi gente, lugares como este que os traigo en esta ocasión, visitado hace unos meses y que sin duda su mayor encanto era lo rustico del lugar y algunos de sus objetos antiguos.
Se trata de una casa de campo, bastante escondida, tan solo localizable si se viaja por carreteras secundarias como es nuestra costumbre. Aunque bastante desordenada aun conservaba mucho que curiosear.



Entramos por una ventana abierta en la parte posterior de la casa que nos deja justo en el recibidor de esta, esta muy oscuro, así que con cuidado abrimos algunas contraventanas para poder explorar el lugar con mas comodidad.


Encontramos varios equipos de radio en el comedor y el salón, en un mueble se conserva casi intacta la vajilla y un juego de café de porcelana, copas, fuentes y cubiertos.





Todos los muebles eran de madera maciza, algunos parecían tallados a mano, otros parecían construidos a partir de un trozo de tronco de árbol, se conservaban bien a pesar de la humedad.




La parte mas dañada de la casa era el pasillo hacia la cocina donde las talas del suelo estaban mojadas y algunas cedieron bajo nuestros pies. La cocina permanecía en completa oscuridad y la ventana parecía no querer abrirse.







Sin duda las joyas de la casa eran su maquina de coser Singer, muy antigua con un precioso grabado descolorido por el paso del tiempo y una nevera americana Kelvinator de los 50 que encontramos en la despensa.



Antes de dejar la vivienda volvemos a cerrar bien todas las ventanas y nos damos una vuelta por su enorme patio que tenia una cochera pero estaba completamente cerrada.

domingo, 6 de abril de 2014

La pensión del lago.



 
 Una pequeña escapada de fin de semana puede ser un buen motivo para desconectar de lo mismo de siempre y relajarse junto a tu pareja, pero siempre que te mueves por lugares nuevos surgen abandonos nuevos, ¿Quien puede resistirse? Yo no.
Por suerte a mi chica le gusta la aventura y probar experiencias nuevas, o tal vez me quiere demasiado, así que dedicamos parte de nuestro tiempo a visitar algunos lugares de la zona.
Uno poco conocido que ya no existía, otros demasiado desconocidos que de momento no publicaremos, algunos inaccesibles y otros que nos íbamos encontrando por el camino, como es el caso de esta pensión ubicada en uno de los parajes mas bellos de nuestra geografía y que descubrimos mientras paseábamos por la zona.
 


   El edificio parecía estar bien cerrado a simple vista mientras nos acercábamos a el caminando entre las ultimas nieves de la temporada. El acceso lo encontramos en la parte trasera y sin demasiadas dificultades accedemos al interior, parecía vacío... Un pedazo de decadencia rodeado de uno de los entornos mas bellos que conozco.




Apenas un par de plantas comunicadas por escaleras ruinosas, algunos muebles y bastantes detalles que observar y que nos hacen reflexionar sobre el tipo de lugar que fue, los años que lleva olvidado y las personas que lo han "habitado" en ese tiempo.






Mucho frío y oscuridad en cada habitación, no nos invitan a entretenernos demasiado dentro, así que continuamos nuestra exploración por el exterior, donde hay una vivienda y lo que parece ser un garaje.






















El supuesto garaje resultó ser una pequeña capilla para oficiar misas, probablemente fuera parte de la pensión. Poco quedaba, salvo el altar que aun conservaba su pintura y una pequeña pieza esculpida en mármol. Y hasta aquí este pequeño reportaje, en el siguiente seguiremos explorando las tierras portuguesas.