jueves, 26 de mayo de 2016

Cancion de hiedra y zarzas


   -Aparca por aquí, ya hemos llegado, es ahí a tu izquierda- Son las palabras de Alberto.

   Puede que mi vista me engañe pero tan solo veo un enorme montículo de zarzas y vegetación salvaje, aunque los chicos me aseguran que debajo de todo eso hay una pequeña mansión, una torre e incluso una capilla. Cuesta creerlo pero fijándote bien, a unos diez metros de altura coronando esa vegetación se puede ver una veleta.

Esto es todo lo que se ve desde fuera


   Estamos aquí un poco de rebote, la ultima villa que visitamos resulto no estar abandonada pero los Galvis que conocen bien la zona recuerdan esta mansión a pocos kilómetros, tan solo necesitan un pueblo de referencia y una foto de google maps para señalar con exactitud el lugar. La única pega es que no hace mucho clavaron las ventanas y el lugar esta prácticamente a oscuras.


   La entrada es sencilla. Cruzamos un patio repleto de arboles y vislumbramos vagamente la figura del torreón de la finca, completamente tapado por la hiedra. Pasamos un imponente portal hasta el jardín y aquí ya nadie puede vernos. De nuevo los arboles, la hiedra y las zarzas han creado un conglomerado de vegetación que hace imposible adivinar el contorno del edificio.



   Una vez dentro de la mansión, efectivamente vemos que las ventanas están bien cerradas con travesaños de madera así que es hora de sacar las linternas, colocar el trípode y tener algo de paciencia para hacer las fotos.



   La planta cuenta con dos grandes salones principales en bastante buen estado para moverse sin peligro. No obstante la habitación del ala este esta prácticamente en ruinas, la humedad ha derrumbado parte del techo y personalmente no me atrevo a pasar de la puerta.




   Encontramos un par de habitaciones mohosas mas cuyo suelo no ofrece demasiadas garantías de seguridad, un pasillo que lleva a la cocina con un agujero en el suelo sobre el que han tendido unas maderas y también unas escaleras maltrechas que llevan a la planta baja.




   En el extremo izquierdo, cruzando una puerta con unas ostentosas cortinas hallamos lo que debió ser el dormitorio principal, sin duda la parte mas ruinosa del edificio ya que ademas del típico suelo de madera reblandecido por las goteras nos encontramos vestigios de de que la estancia sufrió un incendio. Una chapa de andamio salva un enorme agujero en el suelo, lo suficiente para asomarse a la habitación y el baño. Por un pequeño boquete en la pared izquierda de la sala se podía acceder al torreón, ahora relegado tan solo a guardar apilados los muebles de la vivienda.



   La mayoría de las fotos están hechas con exposiciones largas y pintando la escena con una linterna. No es una técnica que domine ni que disfrute, pero a veces es la única forma de hacer algunos disparos en lugares de este tipo.




   Ahora toca un paseo por el exterior para ver si se puede acceder a alguna zona mas. Como podéis ver la hiedra ha conquistado poco a poco los muros de la finca. Las puertas de la planta baja están en su mayoría cerradas o las salas no contienen nada interesante. La torre y la capilla son inaccesibles desde esta parte.


   En un momento dado dos niños saltaron la valla de la entrada y nos dieron un buen susto. Eran vecinos de la zona y solo venían a jugar dentro de la finca y realmente el susto mas grande se lo llevaron ellos al encontrarnos merodeando por el patio. A parte de la anécdota no hubo ningún problema con ellos.


   Cruzando sobre algunas zarzas y subiendo unas escaleras se puede acceder a la zona alta de la capilla y muy poco mas, pero lo suficiente para hacer un plano general de esta y contemplar desde arriba la envergadura del patio y el jardín de la finca.







   Hasta aquí nuestra visita, la ultima del día. Mañana por diversos compromisos volveremos a España aunque tenemos tiempo de un ver un lugar mas.Teníamos en mente visitar un cementerio de locomotoras de vapor, aunque el tiempo lluvioso y las sugerencias de nuestros compañeros que llevaban toda la semana explorando en Portugal nos hicieron cambiar de plan.

miércoles, 4 de mayo de 2016

Villas siamesas


   Nuestra siguiente parada son dos viviendas de aspecto señorial, independientes en si mismas pero que comparten entrada, patio y bodega. La previa la llevan a cabo los hermanos Galvache de noche para encontrar una alguna manera de entrar y vuelven con buenas noticias.




   Volvemos por la mañana. Las villas se encuentran en una típica localidad portuguesa de campo con apenas unas casas diseminadas por la zona. Solo hay que llegar a la vivienda y subir unas escaleras que dan a un callejón donde no nos ve nadie. Esquivamos la mirada de una señora que sacude alfombras y cuando parece que lo tenemos hecho, un paisano que corta leña y que no contábamos con su presencia nos caza justo en las escaleras. No hay vuelta atrás.



   Esperamos con paciencia en el callejón por si pasara algo, pero finalmente no hay problemas y podemos pasar saltando una verja de altura considerable. Una vez dentro, las entradas a las viviendas están abiertas.



   La primera de las villas, pese a tener parte del suelo en ruinas y la cocina con el techo hundido se conserva bastante bien. Parece conservar todos sus muebles pero apenas tiene elementos que nos cuenten sobre las personas que la habitaron. Encontramos en la mayoría de las estancias flores de plástico en el suelo o sobre los muebles, algo que parece bastante recurrente en muchas de las villas que hemos visitado.





   La segunda villa tiene mayor atractivo. Entramos por el sótano y a través de una destartalada pero estable escalera de madera. De nuevo las flores de plástico decorar las oscuras estancias.



   Aquí la cocina esta intacta y a parte de una nevera el resto del conjunto es de corte antiguo, como los muebles o los fogones sin olvidar la típica gran chimenea.



   Esta vez en las habitaciones si que encontramos algunos cuadros y retratos familiares. También algunos elementos decorativos y en los muebles objetos personales que nos hablan de una familia acomodada.


















   Sorprende gratamente no encontrar los cajones abiertos ni sus pertenencias diseminadas por el suelo. Un lugar con cierto encanto y presumiblemente virgen en el que a pesar de ser vistos al llegar pudimos pasar un buen rato tranquilo explorando y tomando algunas fotos.


   Ahora salimos a explorar una posible finca que resulto ser un pequeño convento con elementos medievales y con alguna sorpresa, pero de eso ya hablaremos mas adelante.