miércoles, 4 de mayo de 2016

Villas siamesas


   Nuestra siguiente parada son dos viviendas de aspecto señorial, independientes en si mismas pero que comparten entrada, patio y bodega. La previa la llevan a cabo los hermanos Galvache de noche para encontrar una alguna manera de entrar y vuelven con buenas noticias.




   Volvemos por la mañana. Las villas se encuentran en una típica localidad portuguesa de campo con apenas unas casas diseminadas por la zona. Solo hay que llegar a la vivienda y subir unas escaleras que dan a un callejón donde no nos ve nadie. Esquivamos la mirada de una señora que sacude alfombras y cuando parece que lo tenemos hecho, un paisano que corta leña y que no contábamos con su presencia nos caza justo en las escaleras. No hay vuelta atrás.



   Esperamos con paciencia en el callejón por si pasara algo, pero finalmente no hay problemas y podemos pasar saltando una verja de altura considerable. Una vez dentro, las entradas a las viviendas están abiertas.



   La primera de las villas, pese a tener parte del suelo en ruinas y la cocina con el techo hundido se conserva bastante bien. Parece conservar todos sus muebles pero apenas tiene elementos que nos cuenten sobre las personas que la habitaron. Encontramos en la mayoría de las estancias flores de plástico en el suelo o sobre los muebles, algo que parece bastante recurrente en muchas de las villas que hemos visitado.





   La segunda villa tiene mayor atractivo. Entramos por el sótano y a través de una destartalada pero estable escalera de madera. De nuevo las flores de plástico decorar las oscuras estancias.



   Aquí la cocina esta intacta y a parte de una nevera el resto del conjunto es de corte antiguo, como los muebles o los fogones sin olvidar la típica gran chimenea.



   Esta vez en las habitaciones si que encontramos algunos cuadros y retratos familiares. También algunos elementos decorativos y en los muebles objetos personales que nos hablan de una familia acomodada.


















   Sorprende gratamente no encontrar los cajones abiertos ni sus pertenencias diseminadas por el suelo. Un lugar con cierto encanto y presumiblemente virgen en el que a pesar de ser vistos al llegar pudimos pasar un buen rato tranquilo explorando y tomando algunas fotos.


   Ahora salimos a explorar una posible finca que resulto ser un pequeño convento con elementos medievales y con alguna sorpresa, pero de eso ya hablaremos mas adelante.

4 comentarios:

  1. Magnífico, dudo mucho que ningún reportaje que podamos hacer los que estuvimos allí pueda superarlo, enhorabuena por esas cacho fotos :)

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  2. Excelentes fotos y reportaje, a ver si conozco gente en Madrid con la que pueda salir,porque solo no me mola entrar en sitios y no es lo mismo :)

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    1. Gracias, yo ahora vivo en Madrid, así que si te apetece, en este mismo blog tiene un correo de contacto y nos conocemos. Saludos.

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