sábado, 22 de marzo de 2014

El viejo aserradero.

Hoy empezamos con una anécdota de las mías:
Hace unos años en una pequeña escapada de fin de semana visite un pueblo perdido en el norte de España, donde encontré lo que creí que era un aserradero abandonado con mucho encanto añejo, una luz genial para las fotos y ademas la magia que aporta la nieve y la escarcha sobre las maquinas viejas y rancias. Lo único malo es que tras varios minutos de lo que consideraba mi pequeña incursión, descubrí que el lugar no estaba abandonado, así que el encanto se esfumo de golpe. Desde entonces tengo esa espinita clavada de querer encontrar un viejo aserradero olvidado, trastear entre sus maquinas y tomar algunas fotos.



Esta anécdota se me paso por la cabeza en nuestro ultimo viaje a tierras portuguesas cuando los hermanos Galvache comentaban que encontraron un lugar así en uno de sus muchos viajes, pero de forma fortuita y que no recordaban la localización exacta. Simplemente lo encontraron...


Como siempre hacemos los que buscamos lugares abandonados, dejamos de lado las autovías y recorremos las antiguas carreteras nacionales donde abundan este tipo de lugares. Cual fue mi sorpresa al salir de una rotonda y ver de repente esta pequeña ruina industrial que tantas veces había soñado con encontrar.

-Si queréis paramos
-¡Por supuesto!






De acuerdo que se trataba de poco mas que un pequeño cobertizo de vigas de madera y ya medio hundido, pero aun se conservaba allí mas de media docena de enormes sierras de correa que aguantan las inclemencias del tiempo y también un tremendo camión Volvo Viking L485 que tendría sus cuarenta años mas que cumplidos.





Dentro del camión, quien sabe como llego allí encontramos un enorme peluche al volante...









Un día soleado, oxido y patrimonio industrial, nos damos por satisfechos con este encuentro casual y seguimos en busca de mas lugares sorprendentes. ¿Nos acompañáis?