martes, 10 de junio de 2014

Aula oriental.



   Un sábado cualquiera puede ser un día idóneo para hacer una excursión urbex. No es necesario desplazarse demasiado lejos, simplemente nos quedamos en la zona de Madrid. Si, he dicho Madrid, donde aunque parezca mentira aun hay algunos lugares que merece la pena visitar y que no han sido arrasados por los de siempre. En esta ocasión los lugares nos los brinda nuestro compañero Mario ademas de la ocasión de conocer a nuevos compañeros de nuestra zona como son La Churri y Javi.



El lugar es muy visible desde la carretera y se puede aparcar cerca de la entrada sin levantar sospechas. No hay puerta, simplemente un tronco carcomido caído frente al porche nos cierra el paso. Una especie de marioneta colgada de una ventana nos da la bienvenida con una ambigua sonrisa.




Atravesamos la primera vivienda que no parece encontrarse en muy buen estado, las diferentes salas tienen poco que ofrecer y la escalera que lleva a la primera planta se ha derrumbado. Salimos a un patio plagado de zarzas pero con un camino aun transitable que comunica con otra vivienda. Esta parece encontrarse cerrada y en uno de sus muros hay un cartel en algún idioma oriental y su traducción en español debajo, lo que nos aporta mas dudas que respuestas sobre el tipo de lugar en el que nos encontramos. Una de las puertas no esta cerrada y podemos entrar dentro a un pequeño salón con chimenea, esta muy oscuro y no hay mucho que ver, asi que subimos al piso de arriba donde sorprendentemente nos encontramos con un aula de enseñanza.





Encontramos una sala llena de pancartas y documentos escritos en lo que parece coreano que junto a una caja de cereales filipina no hace mas que enredar nuestras ideas sobre el lugar. Pero aun hay mucho que explorar y es mejor desconectar un momento y seguir adelante. Cruzamos un jardín con los restos de unas instalaciones deportivas y una bonita fuente para saltar a la finca de al lado, la cual esta comunicada y también abandonada. La arboleda y las escaleras de piedra que en sus buenos tiempos decoraron el lugar no nos dejan indiferentes.








Aquí encontramos un total de cinco edificios, algunos de ellos en completa ruina donde lo que mas nos llama la atención es que las tuberías aun tienen agua, de hecho esta está manando sin control e inundando algunas zonas.
Al final de la finca y rodeado de vegetación que la hace casi inaccesible se apreciaba aun los restos de lo que parecía una iglesia, pero optamos por adentrarnos en el edificio principal que es lo que mejor se conserva del conjunto.
El interior esta diáfano y se puede observar que ha sido saqueado de todo lo de valor, también se echa en falta una vidriera que recuerdo haber visto en fotos de compañeros, hay indicios de partidas de airsoft, aunque eso si, no hay ni una sola pintada, debe ser que el lugar esta bastante apartado.



Recorriendo la vivienda por sus tres plantas nos podemos hacer una idea de la gente que lo habito. Tan solo hay que darse una paseo por su recibidor o sus enormes estancias repartidas por sus dos plantas. También hay un sótano donde encontramos la cocina y un pequeño ascensor para subir y bajar los platos preparados.
Aprovechamos para explorar en busca de detalles, que no son muchos y decidimos probar suerte en el edificio siguiente.


Apenas unas habitaciones vacías y un pequeño garaje con una pizarras es todo lo que encontramos en la pequeña casita junto al edificio principal, pero la finca es muy grande y aun nos da para seguir dando un paseo.





En resumen, una exploración tranquila y un sitio curioso del cual no pudimos deducir demasiado salvo algunas conjeturas. tras un par de horas no volvemos a poner en marcha en busca de otro lugar que también alberga algunas curiosidades. ¡Hasta la próxima!